martes, 16 de febrero de 2010

capitulo 27 (y último)



Gabriela mira a Augusto llorando sangre.
--si no crees que sea mentira ahora mismo agarro a mi hija y me voy...
Augusto está herido. No la piensa dejar ir pero quiere estar seguro que está equivocado.
--¿te harías una prueba de adn?
Gabriela decepcionada:
--creí que eres un ángel pero eres un demonio...
Gabriela se da la vuelta para irse. Augusto le suplica:
--Si me amas tienes que sacarme esta duda...
Gabriela lo mira:
--¿y mientras?
Augusto no dice nada. No sabe qué decir. Gabriela y Augusto se abrazan con desesperación. Los dos tienen miedo que un nuevo secreto los separe.

Adrián está desnudo en la ducha. Es un hombre triste. No sabe porque pero su matrimonio ha fracaso. Virginia sólo había tenido ojos para él y en cambio ahora está tan distante pero ninguno de los dos es capaz de decir nada. Ninguno de los dos se atreve a romper su matrimonio. Llaman al timbre.
--ya voy,.. ¡ya voy¡
Adrián se pone la toalla. Lo moja todo. Es Augusto.
--vaya, te interrumpí...
Adrián le sonríe.
--¡que sorpresa¡ ¡pasa...¡
Augusto está muy sofocado pero trata de mantener la calma.
--Es que he pensando que me gustaría llevar a Adriancito a mi casa por un rato... para que juegue con mis niños...
--Si, claro...
Adrián señala la habitación:
-está en su cunita...
Adrián se saca la toalla. Va desnudo hacia la ducha. Augusto observa a su sobrinito con atención. Tiene en la mirada a Harold.
--¡es hijo de ese maldito... lo es¡ --dice para sí.
Y una duda lo está matando:
--¿y si fuera hijo de Gabriela? –piensa.
Sabe que el pequeño no tiene la culpa pero no puede evitar sentir rencor. Agarra al pequeño y sale de la casa. En el auto lo espera Gabriela. El niño se queda muy tranquilo con ella.
--es extraño... casi ni te conoce y pareciera que...
Gabriela no lo deja seguir:
--¿qué insinúas? –le reprocha dolida.
Augusto se lleva las manos a la cabeza:
--¿estás segura que no hay ninguna posibilidad?
--¿crees que haría todo esto de haberla?
Augusto le da una patada en el auto. Está cansado de tantas mentiras.
--¿¿¡porqué no nos dejan en paz¡?
--Ya sé que tú crees que soy una cualquiera pero te juro por mi madre, por nuestra hija que era virgen el día que me acosté contigo...
Augusto hace que no con la cabeza:
--No puedo creer que siendo virgen te prestaras a este juego...
A Gabriela se le escapa una lágrima:
--Y yo no puedo creer que no me creas cuando te digo que me enamoré el primer momento en que te vi...
--Pero ibas a hacerlo igual --le reprocha él.
--Eso nunca lo sabremos, no lo hice. Lo hice contigo porque te amé... pero veo que eso no es bastante para ti.
Los dos están dolidos y atormentados. Augusto quisiera poder estar tranquilo amando a Gabriela pero la sombra de las dudas le angustia. Van hacia un laboratorio en donde les sacan una muestra de la boca para analizar. Regresan a la mansión. Hay tanto amor y a la vez tanta distancia. Los hijos de Augusto reciben a su primito con alegría. Juegan con él mientras Gabriela es muy amorosa, muy maternal. Y Augusto no se puede sacar de la cabeza la posibilidad que Gabriela sea la madre de ese pequeño.

En la noche, Gabriela le da la espalda. Ahora es ella la que no quiere saber de Augusto. Él es cariñoso con ella.
--no soporto que nos enfademos...
Ella no lo mira.
--No puedo acostarme contigo si dudas de mí...
Él la acaricia. Le suplica:
--por favor. Aunque tenga dudas, dejame amarte. No me hagas preguntas sólo amame... te necesito.
Ella lo mira, es tan tierno y como prueba de cuanto lo ama se entrega a él con intensidad sin pensar en el mañana. Por el día son los perfectos padres y por la noche unos apasionados amantes. Los dos viven con el miedo de que el amor que sienten el uno hacia el otro se rompa,. El día que ya están listo los análisis van juntos. Él la toma de la mano:
--si hay alguna posibilidad quiero que...
Gabriela lo calla con un beso. Se ha convertido en su amante pese a que sabe que él no confía en ella. Es la mayor prueba de amor que le podía dar. Los dos quedan conmocionados cuando el doctor les dice que si bien Gabriela no es la madre de ese bebé si es familiar muy directo de él. Los amantes se miran sorprendidos:
--¡Paulina¡
Augusto está furioso. Ha desconfiado de su amada, por culpa de una mentira de Paulina. Mira a Gabriela lloroso, con la voz rota.
--¿como pedirte perdón?
Ella le acaricia las lágrimas:
--No tenerte sería lo peor que me pasara... júrame que vamos a estar siempre juntos...
Se besan con un te amo, con lágrimas de felicidad y con la promesa de Augusto que nunca más dudará de ella. Los dos saben que Paulina siempre estará en medio haciéndoles la vida imposible. No saben donde encontrar a Paulina pero por una de las mucamas, Gabriela sabe donde vive Harold. Éste en ese momento está en la cama con Virginia. Augusto llama al timbre. Los amantes están entregados a la pasión. Furioso el hombre abre la puerta de una patada. No esperaba encontrar a Virginia en la cama de Harold.
--¿tú lo sabías?¿sabías que Adriancito era hijo de él y de Paulina? --Augusto furioso.
Virginia no puede creerlo pero Harold confirma que sí es hijo suyo pero no de Paulina sino de Gabriela. Virginia se va llorando. Se siente engañada. Augusto golpea a Harold.
--¡se acabaron las mentiras... le hemos hecho un ADN a Adriancito... Ha demostrado que Gabriela no es la madre de ese pequeño pero sí lleva su sangre...¡
Gabriela trata de detener a Augusto para que no siga golpeando a Harold. No merece la pena. Augusto está harto que se metan en su felicidad.
--¡dile a Paulina que lo voy a destruir, que no me va a sacar ni un peso¡
Augusto y Gabriela se van juntos decididos a no permitir que sigan metiéndose en su amor. Harold llama a Paulina:
--tu marido ya sabe que Adriancito es hijo nuestro... está furioso... quiere dejarte en la calle...
--¡prepara el auto¡¡ahora vengo¡
Paulina está viviendo con Augusto padre. Mientras el hombre está en la ducha, ella agarra las joyas, el dinero y las tarjetas de su amante.

Por su lado, Virginia llega a su casa abatida. Con ganas de ver a su esposo. De olvidar a Harold en sus brazos. Adrián no está. No volverá se ha llevado sus cosas. No hay explicaciones. Una nota: Adriancito está con su madre. Virginia abre el sobre que hay junto a la nota. Son los resultados de un análisis que se hizo: está embarazada. Adrián ha descubierto la infidelidad de su esposa de la peor manera. La joven siente que se le cae el mundo encima. Mientras, sin saber que va a ser padre, Harold está junto a Paulina. Ésta maneja muy deprisa.
--¡no tan rápido¡ --se queja él.
Paulina entonces aún maneja con más rapidez. Pierde el control del auto y acaba estrellándose en una curva. El impacto es mortal...


En el cementerio, Virginia es la única que asiste al funeral de Harold. Se ha quedado sola con un hijo pequeño y otro en el vientre. Los dos de Harold. En la otra punta, Carmela está deshecha despidiendo a su hija. Se siente responsable de su hija.
--si yo no te hubiera abandonado...
Augusto y Gabriela tratan de calmarla.
--vamos, vamos a la casa...
Al rato, Manuel y Ana llegan a la mansión para dar el pésame. Augusto les ha pedido que no fueran al funeral aunque no les ha dado explicaciones. Mientras Augusto conversa con su tía, Manuel se pierde a la cocina. Gabriela está de espaldas. El hombre la abraza con deseo.
--¡¿es que nunca vas a dejar de apagar este fuego que me consume?¡
Gabriela bofetea al hombre. Manuel trata de besarla a la fuerza furiosa. Carmela que bajaba grita horrorizada.
--¡Ella es tu hija¡
Ana estaba entrando en la cocina con Augusto. La confesión cae como un jarro de agua fría. Manuel lo niega pero Augusto apoya a su suegra ante el disgusto de Gabriela que se siente de nuevo traicionada. Sale al jardín. Carmela quiere ir tras ella pero va Augusto. Es muy amoroso con ella.
--¡todo el mundo me ha fallado... ¡hasta tú¡¡ --reprocha ella.
--no me digas esto... yo te amo... --dice él con voz dulce.
Gabriela está cansada que los persigan los secretos, las mentiras. Él la acaricia de le mano:
--no me gusta verte triste. No quiero que estés triste nunca más. Tal vez no sea el mejor momento pero...
Augusto se arrodilla. Le muestra un anillo:
--¿te quieres casar conmigo?
Gabriela no puede evitar llorar pensando que se puede casar con el marido de su hermana porque la acaban de enterrar. Augusto se levanta y la abraza.
--No te pongas triste... No quiero que estés triste...
Augusto la mira con preocupación.
--No me vayas a dejar.
Gabriela acaricia al rostro de su amado. Augusto cierra los ojos gozando de esa sonrisa.
--No podría. No quiero vivir sin ti.
Muy dulce, Augusto pone el anillo en el dedo de su amada:
--dime que te casarás conmigo.
Gabriela se aferra a él con fuerza:
--casada o no quiero estar contigo... siempre contigo...
Se miran el uno en el otro. Sus almas ya se pertenecen.

Semanas después... con una familia rota: Eduardo en New York, Tom centrado en su hijo pero echando de menos a Eduardo, Adrián solo sufriendo por Virginia, Virginia sola con un hijo y embarazada, Augusto padre viajando por el mundo buscando divertirse con una y otra mujer, Manuel y Ana sin hablarse; Gabriela y Augusto han optado por una boda en secreto y vestidos de calle. Sólo Carmela está presente. Para los niños será mamá, no les dirán nada de lo que ha ocurrido. Un juez los convierte en matrimonio. Gabriela y Augusto se besan. Ante la emocionada mirada de Carmela, al fin la vida de su hija se compuso.
--Eres mía... ya eres mía y yo soy tuyo...
Son muy cariñosos el uno con el otro.
--Soy tuya desde aquel día en que me metí en tu vida. Tuve que mentirte pero jamás te mentí cuando te dije que te amaba.
El pasado ha quedado atrás y los dos son felices de poder compartir sus vidas para siempre.
--dulce mentira que te trajo a mi vida... --dice él.
--te amo --dice ella.
--te amo...
Salen por las calles de la ciudad para celebrar su secreta unión besándose y acariciándose y riéndose. Sobretodo amándose y siendo felices.
fin.

capitulo 26




Gabriela sufre porque Augusto aunque lo desea no puede creer en el amor de la madre de su hija. Ella se arrodilla, le jura por su hija que lo ama, que él es todo. Augusto desea creerla pero tiene miedo. Han sido demasiadas mentiras. Augusto levanta a Gabriela.
--No insistas.
Él la reconoce como la madre de su hija pero no cree en ella. No está seguro que no se quede a su lado por la niña. No es lo mismo. La deja vivir en la mansión, juntos pero separados.
--dormiremos juntos para que los niños no sospechen...
Gabriela ama a ese hombre, es feliz porque está con su hija pero:
--Mi vida sin ti no es completa... Si tú me aceptas en tu vida sin que yo te ame, ¿porqué debería decirte que te amo si no es cierto?
Augusto está muy aturdido:
--No lo sé... francamente no lo sé...
Augusto la deja sola. La escucha llorar.
--¿me ama?¿en serio me amará?
Eduardo lo invita a tomar una copa a un bar cercano.
--No seas tonto, no puedes perder a la mujer de tu vida... Ella te ama...
Augusto está demasiado aturdido:
--Es que han sido muchas mentiras, muchas sorpresas... Tú aún no sabes que el tío Manuel es el padre de Gabriela y Paulina.
Eduardo se queda sorprendido por la causalidad:
--¿y ellas saben?
--No, se lo prometí a la madre...
--Pues que quede así...
Eduardo agarra la mano de su hermano:
--No pienses tanto y dedica a ser feliz. Estás con la mujer correcta. Lucha por volver a ser feliz, puedes lograr que tu vida sea como cuando eras feliz con Gabriela creyéndola tu esposa...
A Augusto le gustaría pero la herida del engaño está ahí, el miedo a que lo vuelvan a lastimar también.
--no es tan fácil. Necesito tiempo.
Eduardo besa a Augusto muy fraternalmente.
--yo estaré a tu lada siempre ayudándote a ser feliz.
Los dos hermanos se abrazan.



Al atardecer, Augusto está tumbado en la cama. Boca abajo. Gabriela llega a la habitación. Siente tanto deseo, tanto amor. Se coloca sobre él para darle un masaje.
--¿qué haces Gabriela? --dice él.
--por favor... déjame ayudarte... déjame consentirte...
Augusto se deja hacer. Ella le da un masaje. Lo va relajando, luego lo besa en el cuello. En las orejas.
--¿qué haces? --jadea-- déjalo...
Augusto se levanta sofocado. Está excitado pero prefiere mantener las distancias hasta que no esté seguro de los sentimientos de la mujer.
--¡vamos a cenar¡
Los dos están alterados, los dos se han quedado con las ganas. Durante la cena, Augusto procura no mirar a la mujer pero Gabriela se muestra coqueta, juega con sus piernas, lo toca. Le sonríe. Lo pone cachondo. Al hora de dormir, Augusto pretende que duermen en la misma cama. Juntos pero sin que pase nada entre ellos. Gabriela lo abraza por la espalda. Lo siente temblar:
--¡esto es una locura... los dos nos amamos...¡
--¿en serio me amas...?
Él la mira asustado. Gabriela se coloca sobre. Le devora el pecho mientras le va bajando el boxers.
--¿y porque haría esto sino te amo...?
--Gabriela ¿que haces...? --jadea él mientras la mano de ella se pierde en los boxers de él.
Gabriela es muy apasionada. Augusto la siente cálida, entregada. Se siente amado y deseado.
---me gusta cuando mencionas mi nombre... te amo... por favor... creeme que te amo y vivir a tu lado pero sin ti es un castigo demasiado cruel... dame una oportunidad, dejame demostrar que te amo, que te puedo hacer feliz...
--¿y yo¿¿te hago feliz? --pregunta él con dulzura, con cara de enamorado y de miedo.
--creeme cuando te digo que nunca estuve con un hombre... nunca ame a nadie como a ti. Sólo a tu lado puedo ser feliz.
Augusto desea creerla, es lo que más desea en el mundo. Se funden el uno en brazos del otro de una manera ardiente.

Al día siguiente, como una familia feliz, Augusto y Gabriela junto a su bebita va a dejar a los niños a la escuela. Los amantes se ven felices, enamorados. Paulina y Harold los ven desde el auto.
--¡esa estúpida no se va a quedar con mi marido y tú me vas ayudar¡

En un rato, Gabriela se encuentra sola en la casa. Augusto sale para ir a la oficina. Harold se acerca a él.
--tenemos que hablar...
Augusto no le hace caso. Va hacia el auto.
--¿nos conocemos?
--No pero sí conozco a su cuñada... Ella tuvo un hijo mío al que abandonó...
Esa supuesta verdad se le clava en el alma a Augusto. De nuevo las dudas, los engaños ensombrecen su felicidad. Lo había querido olvidar, pero ya Paulina le había hablado de que su hermana había tenido dos hijos, uno negro. Quería creer que era mentira pero ahora está ahí el supuesto padre. Harold se muestra desesperado.
--Ella no me dijo nada... ¡pero yo quiero a mi hijo¡ ¡¡sé donde está¡ ¡¡lo adoptaron sus primos Adrián y Virginia¡
Por la ventana, Gabriela los ve discutir. Deja a la pequeña y sale al jardín.
--¡él es el amante de Paulina...¡ ¿qué quiere?
Harold confiesa que se acostó con las dos hermanas:
--¡y muchas veces con las dos a la vez¡
Gabriela se horroriza.
--¡eso no es verdad¡
Augusto tumba de un puñetazo a Harold.
--¡no quiero saber detalles...¡
Lo echa de la propiedad.
--¡quiero recuperar a mi hijo...¡
--¡largo... no te quiero ver más...¡
Harold se va, se muestra abatido pero por dentro se ríe. Augusto se lleva las manos a la cabeza.
--¿de qué hijo habla? --Gabriela confundida.
Augusto está muy alterado.
--¡del que tú tuviste con él y abandonaste¡
Gabriela lo siente como una puñalada. No puede creer que de nuevo su amado esté dudando de ella.
--que poco que nos duró la felicidad... --llora ella.
Él está muy angustiado.
--demuéstrame que mientes... La propia Paulina me lo contó hace días...
--¡Es su amante... todo es una trampa¡
Augusto no sabe que creer y Gabriela se desespera.

capitulo 25



Augusto entra en la habitación que comparte con su esposa. Está muy alterado. Eduardo a su lado trata que se calme.
--¿que es lo que buscas?
Escondidas entre las cosas de su esposa, Augusto encuentra muchas joyas. Paulina entra en la habitación y se sorprende:
--¿qué haces?
Augusto le tira las joyas en la cara.
--¡¡¿están son las joyas que te da por padre por acostarte con él?¡
Paulina se hace la ofendida. Augusto llama a su padre a gritos.
--¿qué es lo que ocurre?
--¡tu hijo se volvió loco¡ --Paulina.
Entonces Augusto pone el video.
--¡es un montaje¡ --Paulina.
--¡no puedes invadir mi intimidad¡ --Augusto padre.
Augusto no quiere alargar el asunto por más tiempo.
--¡se van de mi casa¡
Entonces se echan las culpas mutuamente.
--¡fue ella... se me metió en la cama¡
--¡No, él me acosa¡
Augusto mira a su padre:
--Acostarte con mi mujer es una bajeza pero ¿dándole joyas a cambio?
--¡tú no eres mejor que yo... Paulina te detesta, está contigo porque eres el millonario de la familia¡
De Paulina ya nada le importa, está herido con su padre. Ha vivido con demasiadas mentiras y ahora quiere llevar una vida tranquila.
--¡se largan de mi casa ahora los dos¡
Augusto padre trata que Eduardo se ponga de su lado pero Eduardo lo rechaza. Entonces el hombre ya no dilata más el asunto. Hace su maleta. Paulina no pone las cosas fáciles.
--¡Yo tengo mis derechos... No me puedes echar... y en todo caso me voy con mi hija...¡
La pequeña Gabriela llora y Paulina se finge afligida:
--mi niña llora por tu culpa, porque sabe que le quieres quitar a su mamá¡
Augusto no da crédito al descaro de su esposa. No deja que su esposa se acerque a la pequeña a la que Eduardo se lleva. Paulina va gritando:
-Mi niña... tu mamá te salvará... --dice en plan victima.
-¡ya basta con la farsa... Gabriela no es hija tuya...¡
Paulina en plan victima:
--el daño que me estás haciendo lo vas a pagar... te inventas una cosa así tan fea solo porque te conviene... ¡no me vas a quitar a mi niña adorada¡
Paulina llora y Augusto ya no cree en los engaños de su esposa.
--¡largo¡
Paulina está dispuesta a dar la pelea:
--¡te va a costar demostrar que no es hija mía¡
--¡de acuerdo en un tribunal nos veremos las caras.¡
Se miran desafiantes. Paulina va a la habitación de su madre.
--¡mi madre no se va a quedar en esta casa¡
Carmela no se quiere ir con su malvada hija. Paulina la amenaza:
--¡ya sabes que voy a matar a Gabriela si no haces lo que yo te digo¡
Augusto no se fiaba de Paulina y se había quedado en la puerta escuchando. Ahora ya entiende porque Carmela mintió. Entra en la puerta y se enfrenta a su esposa:
--¡eres un monstruo pero no puedes hacer daño... Gabriela ya no está en esa clínica... no podrás acercarte a ella¡
Paulina se va descargando odio contra todo el mundo, Carmela llora en brazos de Augusto.

Esa misma tarde, Carmela llega al hotel en donde el abogado de Augusto dejó a Gabriela. Carmela le pide perdón a su hija por no contarle que tuvo dos hijas, por abandonar a la pequeña y por mentir:
--Paulina me tenía amenazada yo...
Carmela llora. Le duele que su hija sea tan despiadada:
--es mi culpa...
Gabriela abraza a su madre. Al fin están juntas.
--Augusto ya sabe todo de Paulina... la votó de su casa... él me trajo aquí...
En la puerta está Augusto.
--¿están listas?
Augusto y Gabriela se miran y sienten deseo de besarse, de gritar que se aman pero Augusto se muestra frío y ella no se atreve a decir nada.
--vamos, vamos a casa... vamos con nuestra hija --dice Augusto.
Se miran de reojo y suspiran. Augusto sonríe con disimulo. Augusto es el que maneja. Gabriela detrás con su madre. Madre e hija no dejan de besarse, de hablar, de preguntarse cosas. Augusto mira a su amada por el retrovisor y suspira. Están juntos pero él no cree en el amor de ella y no desea dejarse llegar de nuevo. Gabriela no puede creer cuando de nuevo está en la mansión. Gus y Araceli llegaban de la escuela. Gabriela corre hacia ellos.
--¡mis niños¡
Es un amor sincero. Los niños se sorprenden. No entienden nada pero sienten el amor de la mujer y se tiran en sus brazos.
--¡mamá... volviste¡
Augusto mira emocionado la escena. No duda del amor de esa joven por sus hijos.
--ojalá me quisiera a mí de la misma manera --piensa Augusto con tristeza.
El hombre deja a la joven con sus hijos mayores y baja a buscar a la pequeña a la que pone en brazos de su madre. Gabriela llora, la besa. Mira a Augusto feliz y le susurra un dulce:
--gracias...
Augusto se derrite. Suspira enamorado pero se mantiene frio. Carmela ejerce de abuela y se lleva a Araceli y a Gus a jugar al jardín. Augusto y Gabriela, con la pequeña en brazos, suben al dormitorio. Se estremecen al estar juntos pero ninguno de los dos dice nada. Gabriela deja a la pequeña en la cuna. No puede creer que la pesadilla haya terminado. Están juntos como Gabriela y Augusto. Una pareja que se aman, que tienen una hija en común. Augusto ya sabe que no está ante su esposa pero sí ante la mujer que ama. El uno al lado del otro. Mirando a la bebé. Sus manos agarrada en la cunita, él acerca su mano a la de ella. Se rozan con timidez. Se miran, se hablan con mucho amor.
--porque no confiaste en mi? ¿porqué cuando viste que te amaba, cuando esperábamos a nuestra niña con tanta ilusión no me lo dijiste?
--por tonta... --llora Gabriela.
Augusto le acaricia las lágrimas. Es un reproche pero hecho con mucho amor:
--nos hubiéramos ahorrado mucho sufrimiento...
Se aman y no pueden rechazarse. Hacen el amor. Ella está feliz en sus brazos, apoya su cabeza en el torso de él. Augusto le acaricia los cabellos
--dime una cosa... ¿te gusta acostarme conmigo o lo haces por obligación, por complacerme?
Gabriela mira a Augusto con amor:
--No puedo creer que a estas alturas me preguntes esto... ¿no sientes mi amor?
Augusto se levanta. Se pone el boxers.
--Lo siento. No puedo olvidar que te acostaste conmigo porque Paulina te obligó, que te hubieras acostado igual fuera quien fuera...
--Te amo --llora ella.
él dolor de ella le parte el alma:
--No puedo creerte...
Ella se arrodilla, le jura por su hija que lo ama, que él es todo. Augusto desea creerla pero tiene miedo. Han sido demasiadas mentiras.



capitulo 24



Augusto visita a Gabriela en la clínica de reposo que él mismo eligió. Se le cae el alma a los pies al ver en que se ha convertido esa mujer que tan feliz lo hizo, que lo hizo sentir amado como nunca, que lo convirtió en padre por tercera vez. Gabriela mira a Augusto con amargura. Se siente vencida. Ya no tiene fuerzas.
--¿qué haces aquí? ¿has venido para burlarte de mí?
Augusto se muestra muy triste. Le duele mucho que la madre de su hija haya acabado en esas circunstancias y que él ha contribuido a hacerlo. No sabe bien que actitud tomar con ella, no sabe qué siente ella por él, si la podrá perdonar. Se muestra distante. Quiere estar seguro que está con la mujer correcta.
--dime una cosa, tu hermana te lo cuenta todo... dime... ¿como se embarazó si era estéril?
Gabriela se sienta en la silla. Habla con desgana.
--A que viene eso...? tú sabes que yo tomaba la píldora... tú las cambiaste...
Gabriela está muy apagada pero a Augusto se le ilumina el rostro.
--eres tú.. ¡tú eres la madre de mi hija...¡
Augusto se pone en cuclillas. Acaricia la mano de la joven con ternura.
--siempre te lo dije... --le dice ella con tristeza.
A Gabriela le ha hundido que nadie creyera en ella, que su propia madre se pusiera en su contra. Augusto se muestra cariñoso. Se sienta a su lado. Sin dejarle la mano, Augusto le dice:
--ahora voy a escucharte, quiero oír tu versión...
Sin muchos detalles, Gabriela le cuenta como conoció a Paulina y a su amante y como ésta la convenció de que la suplantara, como durante días le estuvo dando lecciones para ser ella. Augusto se levanta. Ya sabe toda la verdad pero le duele:
--te acostaste conmigo como una prostituta...
Gabriela se levanta también. Le duele el reproche:
--No, porque me enamoré de ti la primera vez que te vi... Nunca había estado con un hombre...
Augusto se gira. Quisiera creer en el amor de ella pero no confía en Gabriela.
--eso no es cierto...
Gabriela le pone la mano en la mejilla:
--Lo es y si me miras a los ojos te darás cuenta que digo la verdad
Se miran emocionado. Sus labios se acercan el uno al otro. Casi se besan pero Augusto se aparta de ella bruscamente.
--¡no...¡
Sí, Gabriela es la madre de su hija. Paulina le ha mentido pero no cree en el amor de Gabriela. Gabriela le llora:
--mírame a los ojos...
La voz de Gabriela suena desgarrada. Augusto está confuso. El dolor de ella se clava en él. Se miran fijamente.
--te burlaste de mi... --dice él dolido.
--te amé...
Ella le habla desde el corazón y Augusto le responde con tristeza, con burlas:
--no sé si te pueda perdonar...
--¡no me separes de mi niña...¡ --angustiada.
--veo que eso es lo único que te importa...
Augusto se entristece al creer que Gabriela no lo ama, que se quedaría a su lado sólo por no perder a su hija. Gabriela trata de convencerla de lo contrario:
--¡¡No es eso yo...¡
Pero no lo logra. Él no la deja seguir:
--igual yo no te puedo perdonar...
Gabriela ama como madre desesperada y como mujer celosa. Tiene miedo que Augusto quiere quedarse con Paulina y eso no lo puede permitir porque sabe que Paulina no lo merece.
--¡No puedes amar a Paulina, ella no te quiere...¡
A Augusto poco le importa ya Paulina. Lo que le duele es no estar seguro de si esa joven que tiene delante lo ama como dijo que lo amaba o fingía todo el tiempo que estuvo a su lado.
--Ya lo sé... ella se fue con su amante mientras tú ocupabas su lugar... ¿sabes quien es él?
--No sé... un negrito... pero eso da igual...
Gabriela siente mucha rabia porque Paulina le ha querido quitar a su hija, es su pequeña venganza:
--¡Paulina es la amante de tu padre¡
A Augusto le molesta las acusaciones de Gabriela y no las toma en serio:
--entiendo que estés enojada con tu hermana pero no se vale que por venganza ensucies a mi padre...
--¡te digo la verdad, tu padre me acosaba, me ofrecía joyas a cambio de sexo¡
--¡basta ya... yo vine aquí para hablar con la verdad pero veo que perdí mi tiempo... eres una mentirosa...¡
Augusto no le hace caso. Está molesto y decepcionado. Va hacia la puerta. No la quiere escuchar.
--¡Augusto, tienes que escucharme¡ --desesperada.
Pero Augusto dolido con Gabriela:
--Yo te iba a ayudar igual pero así me has demostrado que eres una mentirosa... no voy a poder confiar en ti... Mi abogado se pondrá en contacto contigo...
Augusto se va dolido y Gabriela se derrumba al ver que de nuevo su amado no cree en ella.

Cuando llega a la mansión, ni su padre ni Paulina está en casa. Es algo que agradece. Eduardo está haciendo unos largos en la piscina. Cuando ve a su hermano tan triste, Eduardo sale de la piscina y se acerca a él.
--¿qué pasó? ¿no fue bien?
Augusto está dolido, herido porque cree una mentirosa a Gabriela.
--Me han quedado dos cosas claras, que la madre de mi hija es la hermana de Paulina y que la tal Gabriela es una mentirosa.
Augusto está muy alterado y Eduardo trata que su hermano se calme y le explica todo lo que ha pasado. Lleno de rabia, Augusto dice:
--¡Gabriela dice que papá la acosa... que Paulina y él fueron amantes¡ ¿¿tú crees que infamia?
Eduardo pone su mano en los hombros de su hermano:
--Yo vi cosas raras con la verdadera Paulina... No lo descarto...
Augusto se enfada con Eduardo.
--¡es nuestro padre, él no sería capaz de hacer una cosa así¡
Augusto está muy seguro de su padre pero Eduardo no.
--No cuesta nada comprobarlo...
--¿qué vas a hacer?
Augusto mira intrigado a su hermano. Éste sonríe travieso:
--ya vas a ver...

Aunque Augusto está en contra, Eduardo esconde una pequeña cámara de video en la habitación de su padre, enfocando a la cama.
--esto es una pérdida de tiempo... Aunque fueran amantes jamás se atreverían a tanto... ¡hacerlo en mis narices..¡ ¡¡No, eso no¡
Pero Eduardo no le hace caso:
--Si estoy equivocado luego te ríes de mi.

Augusto pasa el día en su oficina para no tener que estar con Paulina, en la casa se centra en sus hijos y se olvida de su esposa. Paulina va a lo suyo. A media tarde Eduardo entra en el despacho que su hermano tiene en la mansión. Tiene en sus manos la video cámara. Augusto no le da importancia.
--No hay nada... ¿no? ¡Te lo dije...¡
Sino de Paulina, Augusto está muy seguro de su padre.
--lo siento --dice Eduardo.
La videocámara ha grabado uno de los encuentros sexuales entre Paulina y su suegro, Augusto contempla la cámara con horror.

capitulo 23


Augusto en bata. Ansioso por saber toda la verdad. Da vueltas por la habitación de su hermano. Eduardo salta de la cama, con un pequeño calzoncillos. Muy sexy. Lo escucha con cariño pese al sueño que tiene. Augusto lo tiene casi todo claro.
--Gabrielita no la reconoce como su hija además... Esta Paulina no sabe que yo le cambié las pastillas...
--suena lógico por eso todo fue distinto, por eso te enamoraste de ella porque era otra...
Augusto no puede sentir alegría:
--Ella no me amó...
Eduardo pone su mano en los hombros de su hermano
--Yo la veía feliz, buena madre, entregada a ti, a tu familia. Eso no se puede fingir ¿y si se enamoró de ti?
Su corazón se acelera pero Augusto no se quiere hacer ilusiones.
--¿y porqué me mintió? No es verdad que su madre estuviera enferma, no es verdad que Paulina no es su hermana...
Eduardo se encoje de hombros.
--No sé, supongo que sería un juego entre gemelas, que se cambiarían por un tiempo y bueno a Gabriela se le escapó de las manos cuando se quedó embarazada y eso fue culpa tuya...
Eduardo usa un tono fraternal.
--¿y ahora qué hago? Paulina no es la madre de mi hija. No puedo permitir que Gabriela siga encerrada pero es que no sé quien está mintiendo.
--Yo te aconsejo que hables con la madre, a solas sin que ni Paulina ni Gabriela puedan presionarla...
--¡sí, iré ahora mismo¡ --ansioso.
Eduardo trata de detener a su hermano.
--No seas loco, es muy tarde. ¿y si duerme?
Pero Augusto no puede esperar más. Le da un beso a su hermano. Entra en la habitación que le han dado a doña Carmela. Entra sigilosamente por si la mujer duerme. Carmela estaba mirando una foto con muchos años encima. Se sofoca al ver entrar a Augusto. Al tratar de esconderla se le cae al piso. Augusto no entiende los nervios de la mujer. Es él quien agarra la foto.
--¡damela... damela...¡ --suplica ella nerviosa.
Augusto se sorprende al reconocer al hombre de la foto.
--¿qué hace con una foto de mi tio?
Carmela no sale de su asombro.
--¿Manuel es tu tío?
--de qué lo conoce...?
Augusto está muy intrigado por ese nuevo secreto de la familia de su esposa. Carmela siente mucha vergüenza. Augusto es muy cariñoso con su suegra.
--confíe en mi... él es el padre de sus hijas...¿no?
Carmela nunca ha olvidado a Manuel pero esperaba no volver a verlo. No imaginaba que la hija que abandonó cayó en esa familia. Carmela abraza atormentada a Augusto. No piensa lo que dice.
--Yo no sabía que estaba casado... Me dejó... ¡por eso no me quedé con mis dos hijas¡ ¡no las podía mantener y tuve que abandonar a una de ellas...¡¡me quiso olvidar que tuve dos hijas pero el pasado siempre vuelve¡
Carmela no se ha dado cuenta de lo que ha dicho, Augusto sí:
--¿¿qué dice? ¿¿Gabriela no sabia que Paulina es su hermana? ¿¿porqué mintió?
Carmela está muy angustiada:
--¡es que no sé muy bien que pasó...¡ ¡No teníamos dinero y de pronto mi Gabriela me lleva a una clínica privada pero no me visita y de pronto aparece mi otra hija con reproches y me exige que diga lo que ella quiera...¡ ¡¡Es mi hija y no podía volver a fallarle...¡
Augusto siente que el corazón le va a salir de la garganta.
--¡Gabriela dijo la verdad...¡ --piensa.
Ahora sabe que Gabriela no mintió. Eso lo alegra pero es una alegría triste. Gabriela usurpó el lugar de su hermana, se acostó con él por obligación y eso le duele. Le duele no saber si ella lo amó con sinceridad. Tiene tomada de la mano de la mujer. Le reclama aunque en tono dulce:
--pero Gabriela es su hija... ¿cómo permitió que la internáramos?
Carmela no quiere hundir a Paulina, no le quiere decir que Paulina le tiene amenazado. LLora. Augusto la tranquiliza.
--bueno, yo me ocuparé de sus hijas...
Carmela le suplica a su yerno que no diga nada de lo que ha sabido esa noche ni sobre Gabriela ni lo de Manuel. Augusto se lo asegura.
--Yo veo como arreglo lo de sus hijas y sobre lo de mi tío Manuel... No se preocupe... mi tía Ana ha sufrido mucho, lo que menos quiero es hacerle daño.
Augusto besa a Carmela en la mejilla.
--descanse...
Carmela se queda foto. Mira la foto de Manuel con rencor. El saber que lo tiene cerca la pone muy nerviosa. Rompe esa foto.
--¡debí hacer esto hace mucho¡
Augusto está muy sofocado.
--¡Gabriela... Gabriela¡
Su corazón late con fuerza. Se queda mirando la cuna de su hija. Piensa en esa mujer desquiciada que ha internado. Se le escapa alguna que otra lágrima.
--Es tu mamá... es tu mamá...
Se le escapan las lágrimas.
--¿como no me di cuenta?
Le jura a la pequeña que ayudará a su mamá. Piensa en la angustia que debió sentir Gabriela cuando nadie la creía.
--¿como pude?
Se tumba en la cama. No deja de pensar en Gabriela.
--¿que sintió ella por mi?
Piensa en la primera vez que hicieron el amor.
--Se veía tan asustada pero... ¿porqué lo hizo?¿la obligó Paulina?
Le duele pensar que Gabriela se acostó con él como se hubiera podido acostar con otro.
--¿qué clase de mujerzuela es?
Le atormenta pensar que estaba fingiendo, que su amor era mentira, que su cariño por sus hijos era mentira.
--yo la obligué a tener un hijo con un desconocido... ¡debió odiarme¡
Augusto cree que todo el amor que creyó que le demostraba Gabriela era por el bien del hijo que esperaban, un hijo que él la obligó a gestar. No le deja de dar vueltas a lo que vivió con Gabriela, a tratar de analizar los sentimientos de ella, el porque hizo ella lo que hizo. Oye que Paulina regresa a la casa. No le importa donde ha ido. No tiene ganas de enfrentarla así que se hace el dormido.


Al día siguiente, Augusto irrumpe en el dormitorio de su hermano que está en la ducha.
--¿te molesto?¿podemos hablar?
Eduardo le sonríe mientras cubre su cuerpo de jabón. Pasa su mano por su torso, sus piernas.
--sí, claro, ¿que pasó?
--doña Carmela mintió, abandonó a Paulina siendo un bebé. Gabriela no podía sabía que eran hermanas y sí estuvo enferma...
--bueno, entonces ya sabes que a quien amas es a Gabriela... Te puedes deshacer de Paulina...
Y él lo tiene claro. Ama a Gabriela pero:
--¿me amará ella?
Eduardo se acerca al borde de la bañera. Habla a su hermano con mucho cariño:
--tienes que hablar con ella. Sea como sea es la madre de tu hija, no puede estar ni encerrada ni separada de ella.
--si pero fue un delito lo que hizo yo...
Eduardo le tira agua para que se calle.
--Esa mujer te amó, se lo notó en los ojos... te dio una hija, te hizo feliz... No importa nada más...
Augusto abraza a su hermano. Luego se queja que se ha quedado todo mojado y lleno de jabón pero no tiene espera. Tiene que hablar con Gabriela, tienen mucho que aclarar.

capitulo 22




Harold y Paulina llegan a una clínica de las afueras de la ciudad. Ahí está encerrada doña Carmela, la madre de Gabriela. La mujer ya está totalmente recuperada. Al ver a Paulina se sorprende.
--¡tú no eres Gabriela¡ ¿Quién eres?
Paulina se enfrenta a su madre.
--¡No, soy Paulina y tú me vas a decir ahora porque he descubierto que Gabriela es mi hermana...¡
Carmela llora. Se derrumba. Paulina la trata muy feo. Carmela le pide perdón pero Paulina no quiere saber de perdón.
--¡una pordiosera no puede ser mi madre¡
Carmela cuenta como al quedar embarazada de su pareja se enteró que éste estaba casado y que tenía un hijo. Ella se iba a hacer cargo de su bebé pero al ser dos no pudo con la responsabilidad y abandonó a una de sus gemelas con las monjitas. Paulina siente mucho odio hacia esa mujer que la abandonó y usa los remordimientos de Carmela a su favor.
--¡me debes una y harás lo que yo te diga...¡
Paulina pretende llevar a su madre a un centro de belleza, transformarla en una mujer de sociedad y que ella le diga a Augusto que siempre estuvo con sus dos hijas, que jamás estuvo enferma y que Gabriela siempre ha sido una desquiciada. En definitiva apoyar a Paulina.
--¡no me puedes pedir eso¡
--¡me lo debes¡
Carmela llora.
--No puedo ponerme en contra de una de mis hijas.
--¿Pero sí abandonarla? --Paulina.
Sus reproches angustian a la mujer. Entonces Paulina zarandea a la mujer y la amenaza.
--¡mataré a Gabriela si tú no me ayudas...¡ ¡¡Ella se hizo pasar por mí, la puedo mandar a la cárcel¡
--¿donde está mi hija? --llora.
--¡estará bien pero tú me tienes que obedecer¡
Carmela se pone en manos de su malvada hija. Quiere saber exactamente lo que está pasando pero Paulina no le cuenta nada.
--¡tú dedicate a hacer lo que te diga...¡
Carmela se va con Harold y Paulina. Reza para que Dios se apiade de sus hijas. En especial de Gabriela.
--que ella no pague por mis errores --dice para sí.

Días después, en el despacho del comisario se han reunido Gabriela, Paulina, Augusto, Eduardo y el doctor. Augusto mira de reojo a Gabriela.
--¿y si dices la verdad?¿y si eres tú la que me amaste? --dice para sí Augusto.
Augusto trata de averiguar si es verdad que esa mujer es la que le dio una hija. Gabriela se siente segura.
--¡al fin se va a saber la verdad¡
Paulina ríe maléficamente. Llega el doctor. El análisis indica que sí son hermanas. Gabriela se pone como loca. Paulina mira a su hermana con un falso amor:
--el resultado no podía ser otro...
Eduardo abraza con fuerza a su hermano. Augusto tiene sentimientos encontrados. No sabe bien si quería que fuera otra mujer la que estuvo con él. No sabe si es mejor pensar que Paulina es mala y que sólo actuó amorosa por el embarazo o que se enamoró de una usurpadora. Gabriela se pone como loca. Acusa a Paulina de falsificar las pruebas. Paulina se muestra fraternal pero dura.
--¡ya está bien...¡ ¡¡estás enferma... necesitas ayuda...¡
Gabriela se muestra desesperada.
--¡mi madre... mi madre puede decir la verdad..¡ ¡¡Ella la tiene secuestrada, está enferma¡
Aparece Carmela, bien vestida. Bronceada con perfecta salud.
--ya hija, no mientas... Necesitas ayuda...
Las palabras de su madre derrumban a Gabriela.
--¡es que me pueden volver loca...¡
Nadie cree en ella. Gabriela se pone como loca. Se enfrenta a Paulina.
--¡di la verdad... Gabrielita es mi hija¡ ¡Me obligaste a usurpar tu lugar para curar a mamá¡
--No, estás enferma --Paulina.
Carmela no se atreve a mirar a los ojos a Gabriela. El comisario la hace sentar.
--usted se ve perfectamente.
Su hija le ha salvado la vida mintiendo ahora Carmela tiene que mentir para salvar la vida de su hija.
--Estuve de crucero...
Gabriela mira a su madre llorosa:
-¿porqué me haces esto?
--es por tu bien hija... Tu hermana se preocupa por ti.
Carmela se mantiene serena pero está rota por dentro. Gabriela mira a Augusto enloquecida. Le jura que ella es la que lo ama, que Gabrielita es su hija, que se hagan el adn peor ya nadie le hace caso. Augusto ha buscado una clínica privada para internarla.
--tranquila... ahí vas a estar muy bien... te vas a curar... --Augusto compasivo.
Gabriela le suplica a su madre que la ayuda... Carmela mira a Paulina. Paulina se finge cariñosa y besa a su madre mientras susurra:
--sólo serán unos días pero tienes que ser buena...
La mujer se traga sus lágrimas viendo como se llevan a su hija. Augusto se va con su hermano. Se alegra que esa mujer tan desquiciada no sea la madre de su hija. Eduardo es el que maneja.
--¿y ahora qué?
--No sé... supongo que esperar que a Paulina se le pase la depresión post parto o lo que sea que la haya hecho cambiar...
Con una mano en el volante, Eduardo pone su mano muy fraternal en la pierna de su hermano.
--Yo me quedaré unos días aquí... no me iría tranquilo.
Augusto se lo agradece.
--Me gustará pero tienes tu vida en New York no quiero interferir tu vida...
--En el trabajo me debían vacaciones así que me las merezco...
--¿y tu chico? estás con alguien ¿no?
A Augusto le cuesta hablar de esas cosas con su hermano.
--cada uno tiene su espacio --dice.


En la noche, Paulina siente a su esposo lejano. No se puede permitir el lujo de que él la deje. Llega su ropa interior muy sexy. Y con tanga. Es una actitud sensual pero fría, nada que ver con el deseo y el amor que le trasmitía la otra. Augusto cierra los ojos y trata de buscar a la mujer que amó en su esposa. Paulina lo va desnudando. Caen sobre la cama.
--espera, que me pongo condón... ¿o te estás cuidando tú? No es cuestión que te quedes de nuevo embarazada...
Paulina bajo su esposo se muestra inocente:
--sí, tienes razón... tendría que tomar la píldora pero claro... Nunca lo hice como creía que era estéril...
Augusto siente un vuelco en el corazón. Ya no se lo puede seguir negando.
--¡Gabriela dijo la verdad...¡ ¡¡Gabriela dijo la verdad¡ --dice para sí.
Por su rostro Paulina se da cuenta que a su esposo le pasa algo.
--¿todo bien?
Augusto fuerza una sonrisa.
--No nada... claro como eres estéril pues no tomaste pastillas...
--si, claro...
Paulina procura mostrarse tranquila, averiguando si su esposo sospecha algo o no. Augusto no quiere que note que sabe que ha mentido. Se deja dominar por su esposa y fornican. Es tan frio por parte de ambos... es una obligación. Augusto no deja de darle vueltas a lo que está pasando.
--Paulina miente... ella no es la madre de mi hija... ¡no puede ser¡ pero ¿porqué Gabriela niega que sean hermanas? --va pensando mientras penetra a su esposa distantemente.
Paulina jadea fuertemente aunque todo es fingido. Nunca sintió placer al hacerlo con él. Augusto llega a la conclusión que las dos hermanas mienten y eso le duele porque ama a Gabriela. Augusto se relaja después de explotar. Le ha servido de desahogo. Luego se da la vuelta y llora. Piensa en Gabriela. Cuando lo cree dormido, Paulina se levanta.
--es peor amante de lo que pensé... ¡que horror de hombre...¡ ¡¡si no fuera porque está podrido de dinero¡ --dice para sí.
Mientras Paulina busca el amor y la pasión que le ofrece Harold, Augusto irrumpe en la habitación de su hermano. Ya no tiene dudas:
--¡Gabriela es la madre de mi hija¡

capitulo 21



Augusto está tumbado desnudo sobre su cama. Habla con su hermano por el celular. No lo quiere angustiar a Eduardo pero éste se da cuenta que le pasa algo.
----Paulina parece otra...
--bueno el embarazo cambia a las mujeres
--No es eso...
Augusto no quiere preocupar a su hermano, no quiere contarle todo lo que está pasando.
--¿qué ocurre exactamente?
Augusto no sabe qué decirle a su hermano.
--tranquilo, será mejor que lo olvides...
--¿quieres que venga?
Augusto le dice que no pero Eduardo lo nota nervioso y pide que le reserve un billete para el siguiente vuelo a su país. Augusto camina desnudo por la habitación atormentado. No sabe qué sería peor que Paulina hubiese sido dulce por su embarazo o que la chica que amó fuera una usurpadora y le estuviera mintiendo. Se pone ropa cómoda y va a la habitación de juegos de sus hijos. Los nota apagados.
--¿pasa algo?
Por miedo ni Araceli ni Gus le dicen nada a su papá del cambio de Paulina y el hombre tampoco los quiere alterar. Se quedan jugando tranquilamente.

En la noche, Augusto se hace el dormido para no tener intimidad con Paulina y ésta cuando lo cree dormido se levanta sigilosamente. A él le da igual. Su cuerpo rechaza a esa mujer. No quiere ni intentarlo. Paulina está acostumbrada a la pasividad de su esposo.
--seguro que cuando se preñó ya no se dejó tocar¡ ¡¡la muy estúpida...¡
Augusto padre ya lo espera desnudo en la cama. Ella se desnuda ante él. Aunque por dentro siente asco se muestra apasionada. Augusto es muy ansioso.
--¡¡que ganas tenía¡ --jadea él.
El hombre es muy rápido. Y enseguida se queda dormido. Paulina se queda con las joyas que el hombre ha comprado. Lo mira con asco.
--¡No sé a quien odio más al padre o al hijo, viejos babosos¡
Siente desprecio por ambos pero gracias al dinero de su esposo y a los regalos de su suegro vive a todo lujo manteniendo a un amante que sí le gusta,Harold. Paulina sale de la mansión. Se divierte con su amante. Con él si goza. Virginia está en la cama al lado de Adrián. No permite que la toque. No quiere estar con otro hombre. Agarra su celular. Le pone un mensaje: quiero verte, aceptaré lo que tú me propongas. Virginia se levanta. Mira a su esposo, a su hijo.
--¡me estoy volviendo loca¡
Pero no puede dejar de pensar en Harold. No quiere ni puede renunciar a él. Harold tiene el celular apagado. No ha visto el mensaje. Paulina reposa abrazada al torso desnudo del atractivo negro.
--tengo que averiguar si Gabriela ha hecho algo que me pueda comprometer...
Harold le va acariciando el pelo.
--La niña es tu hija... a Augusto no le preocupará la otra...
--¿y si la amenazo con matar a la madre si no si pone de mi lado?
--se supone que son hermanas... es muy peligroso. Te pueden descubrir.
--¿y entonces?
--cuando se sepa que sí son hermanas... nadie creerá en ella... hagas lo que tú hagas...
Paulina ríe y con un teatral llanto dice:
--y yo sufriré tanto viendo a mi hermana tan loquita...

A la mañana siguiente, las dos mujeres se encuentran cara a cara para tomarse las muestras de ADN. A Gabriela le decepciona que Augusto no haya querido ir, el hombre prefiere mantenerse al margen. El comisario no se despega de Gabriela. No cree en ella. A parte que Paulina no deja de coquetear con el hombre.
--¡ahora se sabrá que quien es la mentirosa¡ --dice Gabriela segura.
Paulina se hace la victima:
--Sí, y tú tendrás que reconocer que estás enferma, que necesitas ayuda...
Gabriela no entiende el descaro de Paulina pero le preocupa una cosa.
--¿como está mi hija?
Gabriela llora cuando Paulina le dice:
--Es mi hija, tu hija murió...
Gabriela se pone como loca. El comisario ordene que se la lleven al auto casi arrastras y le dice a Paulina.
--la tendríamos que trasladar a una clínica apropiada...
Paulina le toca el pecho y el viejo comisario se derrite.
--¿no pueden esperar unos días?
Paulina prefiere que Gabriela esté en la cárcel. El comisario asegura que así lo hará.


Esa tarde, Eduardo regresa a la mansión de su hermano.
--¡hermano, que alegría¡ ¡¡no te tenías que haber molestado¡
Eduardo besa a su hermano con cariño:
--quería estar con mi sobrina...
Los dos están muy contentos de verse. Eduardo no tarda en darse cuenta que todo está patas arriba en esa casa por culpa de Paulina. Los dos hermanos hablan en calzoncillos sobre la cama de Eduardo mientras se toman unas cervezas. Augusto ya le ha contado todo lo que ha pasado.
--Deberías hablar con la tal Gabriela... No sé... preguntale cosas que sólo la madre de tu hija sepa...
--¡no voy a averiguar nada...¡
Eduardo mira a su hermano con cariño.
--¿qué es lo que te preocupa?
--¿y si la mujer que me dio una hija es Gabriela? ¿te das cuenta? se acostó conmigo porque le pagaron... ¡nunca me quiso¡
Augusto tiene un nudo en la garganta. No puede evitar que se le escapen las lágrimas.
--¿y si Paulina me es infiel?... Mis anteriores esposas me pusieron el cuerno... ¿porqué Paulina no?
--no pienses en eso...
--soy un desastre como marido... --Augusto atormentado.
--¿Y si no era Paulina? esa mujer que estuvo a tu lado te amó... --Eduardo cariñoso.
Augusto no tiene dudas que él ama a la mujer que ha compartido con él los últimos meses, con quien ha tenido una hija.
--¿me amó o fingió amarme para salvar a su madre?
--lee tu corazón... --Eduardo abrazándolo fraternalmente.
Augusto abre una nueva cerveza.
--No sé nada...
Eduardo propone que se le haga el adn a Gabrielita pero eso a Augusto le parece demasiado. No quiere mezclar a sus hijos.
--mejor esperaré... Paulina ha prometido presentarme a su madre, sabré si está enferma. Sobretodo esos análisis demostraran quien dice la verdad.
Es una verdad que le asusta, que le preocupa.

Paulina va a buscar a Harold.
--¿qué noticias me tienes?
Él se nota alterado.
--No he podido falsificar el análisis...
(insultos) Cuando se calma, Harold le dice:
--Es que Gabriela es tu hermana...
Paulina se ha quedado helada.
--¿qué broma es esta?