martes, 16 de febrero de 2010

capitulo 16




Tom registra al bebé de Virginia con el nombre de Eduardo. Está siempre cerca del pequeño. Sentado en una butaca. Echándole un ojo. Recién tiene el certificado del Registro Civil con el nombre de su pequeño Eduardo Sanz. Se emociona por el hecho que ese pequeño lleva el nombre de su gran amor. Ese bebé nació por culpa de ellos dos.
--es como si fuera hijo de los dos...
Ana llega en ese momento. De negro. Muy triste. Arranca a Tom el certificado de sus manos. Se molesta al ver que le ha puesto Eduardo.
--¡me parece de mal gusto¡ ¡no debiste ponerle ese nombre sin consultarme¡ ¡¡Es mi nieto¡
Tom se levanta. Defenderá que su hijo se llame Eduardo con uñas y dientes si es preciso.
--¡Es mi hijo...¡
--¡No, no lo es¡ ¡A mi no me engañaron...¡
Tom apoya su mano en el vidrio tras el cual está el pequeño.
--Sí, es mi hijo.
Ese pequeño es el único consuelo de Ana.
--Sea como sea, el bebe vivirá conmigo...
--¡claro que no¡
Ana se lo quiere quitar pero él se lo queda.
--¡tú no eres capaz de cuidar a un bebé¡
--¡es mi hijo¡
Ana no tiene ganas de discutir pero no se va por vencida.
--Esto no se quedará así...
Tom se queda mirando al pequeño. Le parece que le sonríe. Mira a su hijo con mucho cariño.
--así no estaré solo...
Todo él se estremece. Su cuerpo lo siente. Eduardo, su Eduardo acaba de llegar. El hermano de Augusto iba a entrar directamente a la habitación de su supuesta cuñada pero al ver a Tom que lo mira se acerca a él. Lo saluda amable. Tom lo mira como si fuera un sueño.
--cuanto tiempo...
Tom siente que el corazón se le va a salir por la garganta. Eduardo se acerca a los cristales. Mira a los bebés.
--¿cual es?
Tom se lo señala:
--Se lleva Eduardo... como tú...
--¿porqué lo hiciste?¿porqué hacerte cargo de ese bebé? --Eduardo sorprendido.
Tom ve a Eduardo más bello que nunca. Lo ama tanto.
--porque fue culpa nuestra... Además me recordaba a ti...
--si pero... ahora... ¿qué harás? No sé a la hora de ligar, tal vez...
Tom no lo deja seguir:
--Estoy sólo... Si no eres tú no quiero estar con ningun hombre...
Eduardo le rasca la cabeza.
--Yo... no sé que decir... --balbucea.
Tom mira a Eduardo con desesperación:
--¡me voy contigo...¡ ¡¡podemos ser felices juntos¡
--Nos la pasamos bien pero ahora que ya todos lo saben...
--¡No, lo sabían dos personas ¡¡y están muertas¡
Tom habla con desesperación.
--¡¡también lo sabe tu hermano¡
Eduardo le acaricia y dice:
--no podemos ser felices sobre el cadaver de tu madre y tu esposa
Tom se aferra a él:
--te amo... ¡no me importa nada¡
Eduardo se aparta de él:
--Lo siento... Yo no siento lo mismo. Yo conocí a alguien... Estoy viviendo con un chico en New York.
Eduardo va a la habitación. Los dos hermanos se funden en un abrazo. Tom se ha quedado mal. Augusto sale de la habitación y se acerca a él. Tom lo abraza.
--¡no me quiere... Eduardo no me quiere¡
--no hagas las cosas más dificiles... Por favor... No quiero que mi hermano se aleje de mi por ti...¡

Dos dias después, Harold ha llegado ya a la ciudad. Está cansado del viaje.
--me doy una ducha fría y luego a ver que averiguo...
Paulina le ha dejado varios mensajes en el celular. Tiene prisas por saber si todo está bien pero Harold no le contesta.
--¿qué va a pasar? Esa idiota no es capaz de dar una sorpresa y menos arriesgaría a su madrecita... --dice riendo mientras se va desnudando.
Se da una buena ducha. Recorre su desnudo cuerpo de jabón y agua mientras piensa travieso:
--¿y si me divierto antes aprovechando que estoy soltero?
Se viste con cara de depravado. Se pone su mejor perfume.
--con esto soy irresistible... ¡cualquiera va a caer¡
Se mira al espejo. Le gusta lo que ve. Sale a comerse el mundo. Baja al parking. Después de tantos meses sin usarla confía que su moto funcione. Le cuesta que arranque pero lo hace. Va a mucha velocidad. Le encanta manejar. En un paso de peatones casi atropella a una mujer.
--¡¡¡vaya con cuidado, loco¡
Por la voz parece joven. Harold se retiene. Es Virginia. Él la conoce, ella no. Sonríe travieso. Se saca el casco. Baja de la moto.
--perdona preciosa...
Virginia ha quedado muy impresionada por esos ojos. Le recuerdan a alguien.
--¡¡eres tú... eres tú¡
Harold sonrie coqueto:
--¿soy quien?
Virginia siente una atracción que no puede controlar.
-el hombre de mis sueños...
Harold le guiña el ojo. Es muy caballeroso con ella.
--¿te vienes a pasear?
Suben en la moto. Virginia está totalmente embriagada. Harold la lleva a su apartamento. Se besan, se desnudan.
--Yo nunca hice esto --jadea ella.
Él la mira divertido.
--no me digas que eres virgen...
Virginia está asustada de lo que está sintiendo pero ni ella misma se puede controlar.
--No... hasta ahora sólo he estado con otro hombre... --jadea ella.
Harold se muestra desnudo:
--después de estar conmigo no probarás otra cosa --dice coqueto.
Virginia se derrite en brazos del atractivo amante de Paulina. A Harold le excita mucho acostarse con esa joven sin que ésta sepa que él es el verdadero padre de su hijo adoptivo.


Gabriela es dada de alta. Sale de la clínica feliz con su amado al lado. Augusto es muy amoroso con ella. En la casa los esperan los niños. Tanto Gus como Araceli quieren tomar en brazos al pequeño.
--No, mejor no --dice Augusto.
Gabriela deja que la ayuden. Suben todos al dormitorio. Sobre la cama permite que los hijos de su marido tomen en brazos a su pequeño. Augusto observa la escena con una profunda felicidad.
--venga... ahora dejad descansar a vuestra mamá... --dice Augusto.
Los pequeños besan a Gabriela, luego a Augusto. Ambos responden con cariño. Augusto acaricia la cabeza a sus pequeños mientras los dejan solos. Gabriela sentada en una butaca se dispone a dar el pecho a su hija. Augusto se sienta en la cama.
--Ver a una madre dar el pecho a su hijo es lo más hermoso y natural de la vida... --dice Augusto emocionado mientras contempla a Gabriela.
Gabriela se ocupa de amamantar a su hija mientras mira muy enamorada a Augusto. Cuando acaba, Augusto se acerca a él.
--deja que lo acueste yo...
Gabriela, con mucho amor, deja a su hija en brazos de Augusto.
--ven mi vida... ves con papá... --dice Gabriela dulcemente.
Augusto llora. Se siente un papá primerizo. Es su primer hijo fruto de un amor tan intenso como el que siente con la que cree Paulina. Augusto mira a su hijita con mucho cariño.
--hola, soy papá... y te quiero mucho.
Muy amorosamente, Augusto deja a la pequeña en la cunita que han colocado al lado de la cama del supuesto matrimonio. La pareja se mira muy enamorados y se abraza.
--después de creer que no podrías ser madre es un milagro ver a nuestra hija en esta cunita...
Gabriela lo mira a él. Mira a Gabrielita.
--desde luego... es un milagro --dice ella para sí.
Gabriela piensa en Paulina, en como se conocieron, en la propuesta que le hice. Jamás pensó que nueve meses después será madre, que iba a hacer papá a ese hombre del que al principio tuve mala impresión.
--¿qué pensaría Paulina cuando sepa que tengo un hijo de su marido? --piensa.
Sabe que no se lo va a tomar, obviamente bien, que no va a se fácil pero no quiere pensar en eso. Desea disfrutar de su amado... por si acaso. Augusto también tiene culpas que ocultar:
--¿y si le cuento lo que hice? No la puedo seguir engañando... --piensa para sí.
Son tan felices con la pequeña que Augusto no cree que vaya a cambiar las cosas que le diga o no que le cambió las pastillas anticonceptivas y por eso han sido padres.

Después del placer, Virginia está llena de remordimientos. Se viste con culpa. No se atreve a mirar a Harold que está desnudo en la cama.
--¿¿como he podido hacer esto?
Harold sonríe excitado:
--Tranquila, le pasa a todas. Ninguna se me resiste.
Virginia está muy sofocada.
--¡por favor estoy casada... que esto no se sepa...¡
Harold se levanta de la cama. Desnudo va hacia la cocina mientras dice:
--si claro... no pasa nada... será nuestro secreto...
Virginia se va sofocada. Harold se queda riendo.
--bueno, es lo menos que podia hacer... ya que tiene un hijo mío pues que me la haya tirado una vez...
Virginia no le interesa pero le excita la situación. Virginia no sabe cómo mirar a la cara a Adrián. A penas hacen el amor, él nota el rechazo de ella y eso ha causado tensión. Por eso Adrián no se ha despedido de ella cuando ha tenido que salir por unos dias de viaje de trabajo. Virginia se ducha, se toma varias tilas pero no puede dejar de pensar en Harold. Mira a su hijo y ve a Harold. Tiene su olor en su piel. Hace una maleta. Deja al niño con su madre.
--si alguien de la familia de mi marido te llame di que se nos murió alguien...
Virginia no da más explicaciones y se presenta con una maleta en casa de Harold.
--¿y ahora tú..?
Asustada pero excitada, Virginia se lanza a sus brazos:
--unos dias... luego lo olvidamos...
Harold le guiña el ojo:
--te dije que si me pruebas no me podrás dejar...
Virginia hasta ahora sólo habia conocido un hombre. No sabe que le ha pasado con Harold pero no puede dejarlo. Él se siente orgulloso de haber seducido a la mujer tan fácilmente. Piensa que espiar a Gabriela no es tan importante, que puede esperar. De momento quiere disfrutar de esa chica que se le está ofreciendo de una manera intensa. Por unos días, Virginia le da vacaciones al cerebro y se olvida de todo. Una mañana, cuando Harold despierta ya no la encuentra. Se viste y sale a buscar a Gabriela. Paulina lo ha estado llamando desesperadamente pero no le preocupa. Se siente orgulloso de ser irresistible a las mujeres. Sabe cómo dominarla.

Gabriela y Augusto se están duchando juntos. Se besan, el ardor del uno salta al otro. Se desatan las pasiones. Gabriela desea hacer el amor. Es la primera vez que siente deseo de sexo desde que diera a luz días atrás. Augusto ha esperado paciente y ya tenía ganas. Van hacia la cama, es delicado pero él no quiere tener sexo con su supuesta esposa sin aclarar las cosas antes.
--¿estás tomando otra vez las pastillas, no?
Gabriela se para de golpe.
--¿qué dices?
Se cubre con la sábana. Augusto no la quiere engañar. Sonríe travieso y dice:
--No te voy a hacer preguntas pero vi que tomabas la píldora y te las cambié por vitaminas...
Gabriela se lleva las manos a la cabeza. No deja de gritar, de insultarlo. Está decepcionada. Sabe que no tiene derecho a hacerse la ofendida cuando ella lo está engañando pero es que siempre le preocupó que él la acusara de haberse embarazado para retenerlo cuando se supiera la verdad y ahora resulta que no fue porque ella hiciera algo malo. Augusto pone cara de bueno:
--tan grave fue lo que te hice?
--¡y te parece poco...¡ --molesta.
--si me porté como una bestia... --tierno-- ¡¡pero mira que felices nos ha hecho nuestra hija¡
--¡no tenias derecho...¡
--se que te daba miedo ser madre pero... ¿¿no es lo mejor que nos ha pasado?¿
A él le duele el reproche en los ojos de ella.
--No me esperaba esto de ti... --decepcionada.
--tú también me engañaste... --con un tierno reproche.
Gabriela lo bofetea. Augusto entiende que esté molesta. Él de entrada también se enojó pero ahora está feliz. Se muestra cariñoso, trata de arrancarle la sábana. Él sigue desnudo. Augusto quiere hacer el amor. Ella no quiere y a él le duele...
--no sabes lo que has hecho... espero que nunca me lo vayas a echar en cara...
él no entiende el reproche de ella.
--¿eres mi esposa? ¿qué tiene de malo que haya querido tener un hijo tuyo?
Definitivamente no puede hablar. Lo mejor es esperar a aclarar las cosas junto a Paulina. Augusto mira preocupado a Gabriela.
--No me digas que vas a dejar de quererme por esto...
Gabriela pone las manos en la mejilla de su amado:
--Yo nunca voy a dejar de quererte y espero que no seas tú el que vayas a dejar de quererme...
--que tonterías dificiles...
Augusto la besa, la sábana cae al piso y van cayendo sobre la cama. Ha sido una pequeña nube pasajera. Se aman demasiado para estar enojados el uno con el otro. Gabriela confia en que pase lo mismo el día que le cuente la verdad a Augusto.

Esa misma tarde, el falso matrimonio sale a pasear con los niños. Harold los está siguiendo. Le sorprende ver a la pareja tan enamorada y lo que más sorprende: ¡con un bebé¡
--A Paulina no le va a gustar nada esto --pienso.
Harold ve a los niños llamando papá y mamá a Augusto y a Gabriela y hablando de la hermanita...

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