martes, 16 de febrero de 2010

capitulo 26




Gabriela sufre porque Augusto aunque lo desea no puede creer en el amor de la madre de su hija. Ella se arrodilla, le jura por su hija que lo ama, que él es todo. Augusto desea creerla pero tiene miedo. Han sido demasiadas mentiras. Augusto levanta a Gabriela.
--No insistas.
Él la reconoce como la madre de su hija pero no cree en ella. No está seguro que no se quede a su lado por la niña. No es lo mismo. La deja vivir en la mansión, juntos pero separados.
--dormiremos juntos para que los niños no sospechen...
Gabriela ama a ese hombre, es feliz porque está con su hija pero:
--Mi vida sin ti no es completa... Si tú me aceptas en tu vida sin que yo te ame, ¿porqué debería decirte que te amo si no es cierto?
Augusto está muy aturdido:
--No lo sé... francamente no lo sé...
Augusto la deja sola. La escucha llorar.
--¿me ama?¿en serio me amará?
Eduardo lo invita a tomar una copa a un bar cercano.
--No seas tonto, no puedes perder a la mujer de tu vida... Ella te ama...
Augusto está demasiado aturdido:
--Es que han sido muchas mentiras, muchas sorpresas... Tú aún no sabes que el tío Manuel es el padre de Gabriela y Paulina.
Eduardo se queda sorprendido por la causalidad:
--¿y ellas saben?
--No, se lo prometí a la madre...
--Pues que quede así...
Eduardo agarra la mano de su hermano:
--No pienses tanto y dedica a ser feliz. Estás con la mujer correcta. Lucha por volver a ser feliz, puedes lograr que tu vida sea como cuando eras feliz con Gabriela creyéndola tu esposa...
A Augusto le gustaría pero la herida del engaño está ahí, el miedo a que lo vuelvan a lastimar también.
--no es tan fácil. Necesito tiempo.
Eduardo besa a Augusto muy fraternalmente.
--yo estaré a tu lada siempre ayudándote a ser feliz.
Los dos hermanos se abrazan.



Al atardecer, Augusto está tumbado en la cama. Boca abajo. Gabriela llega a la habitación. Siente tanto deseo, tanto amor. Se coloca sobre él para darle un masaje.
--¿qué haces Gabriela? --dice él.
--por favor... déjame ayudarte... déjame consentirte...
Augusto se deja hacer. Ella le da un masaje. Lo va relajando, luego lo besa en el cuello. En las orejas.
--¿qué haces? --jadea-- déjalo...
Augusto se levanta sofocado. Está excitado pero prefiere mantener las distancias hasta que no esté seguro de los sentimientos de la mujer.
--¡vamos a cenar¡
Los dos están alterados, los dos se han quedado con las ganas. Durante la cena, Augusto procura no mirar a la mujer pero Gabriela se muestra coqueta, juega con sus piernas, lo toca. Le sonríe. Lo pone cachondo. Al hora de dormir, Augusto pretende que duermen en la misma cama. Juntos pero sin que pase nada entre ellos. Gabriela lo abraza por la espalda. Lo siente temblar:
--¡esto es una locura... los dos nos amamos...¡
--¿en serio me amas...?
Él la mira asustado. Gabriela se coloca sobre. Le devora el pecho mientras le va bajando el boxers.
--¿y porque haría esto sino te amo...?
--Gabriela ¿que haces...? --jadea él mientras la mano de ella se pierde en los boxers de él.
Gabriela es muy apasionada. Augusto la siente cálida, entregada. Se siente amado y deseado.
---me gusta cuando mencionas mi nombre... te amo... por favor... creeme que te amo y vivir a tu lado pero sin ti es un castigo demasiado cruel... dame una oportunidad, dejame demostrar que te amo, que te puedo hacer feliz...
--¿y yo¿¿te hago feliz? --pregunta él con dulzura, con cara de enamorado y de miedo.
--creeme cuando te digo que nunca estuve con un hombre... nunca ame a nadie como a ti. Sólo a tu lado puedo ser feliz.
Augusto desea creerla, es lo que más desea en el mundo. Se funden el uno en brazos del otro de una manera ardiente.

Al día siguiente, como una familia feliz, Augusto y Gabriela junto a su bebita va a dejar a los niños a la escuela. Los amantes se ven felices, enamorados. Paulina y Harold los ven desde el auto.
--¡esa estúpida no se va a quedar con mi marido y tú me vas ayudar¡

En un rato, Gabriela se encuentra sola en la casa. Augusto sale para ir a la oficina. Harold se acerca a él.
--tenemos que hablar...
Augusto no le hace caso. Va hacia el auto.
--¿nos conocemos?
--No pero sí conozco a su cuñada... Ella tuvo un hijo mío al que abandonó...
Esa supuesta verdad se le clava en el alma a Augusto. De nuevo las dudas, los engaños ensombrecen su felicidad. Lo había querido olvidar, pero ya Paulina le había hablado de que su hermana había tenido dos hijos, uno negro. Quería creer que era mentira pero ahora está ahí el supuesto padre. Harold se muestra desesperado.
--Ella no me dijo nada... ¡pero yo quiero a mi hijo¡ ¡¡sé donde está¡ ¡¡lo adoptaron sus primos Adrián y Virginia¡
Por la ventana, Gabriela los ve discutir. Deja a la pequeña y sale al jardín.
--¡él es el amante de Paulina...¡ ¿qué quiere?
Harold confiesa que se acostó con las dos hermanas:
--¡y muchas veces con las dos a la vez¡
Gabriela se horroriza.
--¡eso no es verdad¡
Augusto tumba de un puñetazo a Harold.
--¡no quiero saber detalles...¡
Lo echa de la propiedad.
--¡quiero recuperar a mi hijo...¡
--¡largo... no te quiero ver más...¡
Harold se va, se muestra abatido pero por dentro se ríe. Augusto se lleva las manos a la cabeza.
--¿de qué hijo habla? --Gabriela confundida.
Augusto está muy alterado.
--¡del que tú tuviste con él y abandonaste¡
Gabriela lo siente como una puñalada. No puede creer que de nuevo su amado esté dudando de ella.
--que poco que nos duró la felicidad... --llora ella.
Él está muy angustiado.
--demuéstrame que mientes... La propia Paulina me lo contó hace días...
--¡Es su amante... todo es una trampa¡
Augusto no sabe que creer y Gabriela se desespera.

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