martes, 16 de febrero de 2010

capitulo 13


Augusto se acerca a la cocina, Gabriela ha preparado la comida a los niños. El hombre mira a su supuesta esposa cariñoso.
--vas a ser una gran madre...
Gabriela le mira enamorado.
--¿quieres comer?
Todo lo que pasa con su hermano le afecta a él.
--No, voy a dormir un poco...
Gabriela tiene un sartén en la mano. Va con delantal. Augusto se acerca y la besa. Ella lo mira enamorada.
--al rato subo a darte unos masajes...
Augusto le guiña el ojo:
--te espero...

Al salir de la mansión, Eduardo se sorprende al ver a Tom esperándolo.
--¿¿qué haces aquí? ¡¡¿no ves que más que nunca no nos pueden ver?
Eduardo se monta en el auto de su primo amante y le pide que se vayan. Se nota alterado y a Tom le preocupa. Siente que lo está perdiendo.
--No me gusta que estés así...
--¡¿¿y cómo quieres que esté?¡
--pero no nos pueden hacer nada... el bebé no es tuyo...
Eduardo no está tranquilo:
--¿y qué cara crees que pondrá ella cuando el análisis diga que no soy el padre? ¡Seguro que nos delata¡
Tom ve a Eduardo demasiado preocupa y le angustia que no sea capaz de llevar todo lo que les espera.
--¿y ahora qué hacemos?
--Nunca deben saber la verdad o no metemos en un lio... Nosotros metimos a un desconocido en la cama de nuestra prima... Los tios nos matan... --Eduardo.
--Sí pero ella quería que te metieras tú en su cama... con eso la podemos callar...
--No si no estamos dispuestos a decir la verdad...
--Yo con tal que esa no se salga con la suya...
Eduardo sabe que Tom es demasiado impulsivo y por eso le dice:
--tú no hagas nada... Yo me encargo de todo...
Tom siente celos de la posibilidad que Eduardo se quede con Daniela:
--pero no vas a aceptar el bebé ¿no?
--¡¡¿estás tonto?¡ ¡¡¿a cuento de qué debía hacerlo?¡ --Eduardo enojado.
Eso lo tranquiliza a Tom. Mira con deseo el enorme bulto genital de Eduardo y muy excitado le pone la mano en el muslo. Lo mira cachondo.
--¿vamos al apartamento?
Eduardo le guiña el ojo. Los dos están nervioso y el sexo los va a relajar.

Gabriela sube a la habitación. Augusto está ya semidesnudo en la cama. Boca abajo. Lleva boxers. Grandotes pero se le marca un bonito trasero. Gabriela ama a ese hombre y además lo desea. Gabriela se sienta sobre el trasero de él y empieza a darle un masaje. Augusto jadea.
--que rico... esta en la gloria... Es casi como hacer el amor...
Gabriela va bajando las manos, va llegando al trasero de él.
--¿seguro que es como hacer el amor? --dice ella coqueta.
Augusto se da la vuelta de prisa.
--No, hay otras formas de relajarse...
Él se va bajando el boxers mientras se van besando ardientemente y se derriten el uno en brazos del otro. Gabriela es el refugio de Augusto. Después de hacer el amor, Gabriela se levanta envuelta en la sábana. Augusto la mira desnudo desde la cama.
--No te vayas...
Gabriela señala la ventana. Sigue siendo de día.
--Aún es temprano para estar en la cama... ay que ver como siguen los niños...
Augusto se levanta poniéndose el boxers. Luego abraza a Gabriela.
--Te amo, Paulina... No he amado a nadie como te amo a ti y nunca amaré como a ti...
Gabriela es feliz en brazos de ese hombre pero no puede evitar sentir una punzada en su alma cada vez que llamándola Paulina le recuerda una y otra vez que no es más que una impostora. Augusto siempre tiene palabras de amor para ella y para ese pequeño que es fruto de los cuerpos de ambos. Ese hijo de Augusto dentro de ella es lo que le da fuerzas, le hace olvidar que no es su esposa. Ya no es una extraña. No es su esposa pero es la madre de su hijo. Eso la hace sentir segura.
--Te amo... Yo nunca había amado antes...
Gabriela mira a su falso esposo con lágrimas en los ojos. Son lágrimas de felicidad. Augusto se siente conmovido y orgullo del amor de su esposa. Es muy cariñosa con ella.
--Te quería pedir perdón por el lio del auto... En serio que no pensé que fuera un inconveniente en tu estado...
Gabriela se siente culpable de que su amado le pida perdón cuando ella lo está engañando. Como no dice nada, Augusto insiste:
--¿me perdonas...?
--si claro que si... Aunque más bien es que no tengo nada que perdonarte...
Gabriela y Augusto se besan enamorados. Se sienten como unos adolescentes descubriendo el amor por primera vez. Él no sospecha que así es para su supuesta esposa, que él ha sido su primer hombre. El pequeño Gus se va acercando a la habitación:
--papi, Paulina ...
Gabriela se pone una bata. Augusto recibe a su hijo en calzoncillos. El niño se le tira en brazos.
--¿qué te pasa, campeón?
El pequeño al ver a Gabriela pregunta:
--¿y te tenemos que llamar Paulina?
Gabriela se acerca al pequeño. Lo besa con el amor que jamás el niño le ha tenido.
--llamame como tú quieras...
El pequeño habla con timidez, como si le diera pena hacer esa propuesta:
--Es que con Celi pensamos... ¿no te podemos llamar mamá?
Gabriela tiene un nudo en la garganta. Se pone a llorar. La mentira se le escapa de las manos. Augusto está feliz del cambio de sus hijos.
--si claro que sí...
Luego mira a la falsa Paulina y dice:
--¿verdad?
Gabriela adora a ese pequeño y además, Augusto está tan ilusionado con eso. No se puede negar. Padre e hijo se sonríen con complicidad. Augusto deja en el piso a su hijo. Le da una palmada en el trasero. Le guiña el ojo:
--ahora dejame solo con tu mamá...
El niño se va muy contento. Se oye como le dice a su hermana.
--¡ha dicho que sí... tenemos mamá...¡
Se oye la alegría de los pequeños. El supuesto matrimonio se mira emocionado. Augusto besa a Gabriela:
--Gracias... gracias por existir...
Ella tiembla en sus brazos. Es feliz porque lo ama y espera un hijo suyo pero el peso de su mentira es demasiado grande...

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