martes, 16 de febrero de 2010

capitulo 24



Augusto visita a Gabriela en la clínica de reposo que él mismo eligió. Se le cae el alma a los pies al ver en que se ha convertido esa mujer que tan feliz lo hizo, que lo hizo sentir amado como nunca, que lo convirtió en padre por tercera vez. Gabriela mira a Augusto con amargura. Se siente vencida. Ya no tiene fuerzas.
--¿qué haces aquí? ¿has venido para burlarte de mí?
Augusto se muestra muy triste. Le duele mucho que la madre de su hija haya acabado en esas circunstancias y que él ha contribuido a hacerlo. No sabe bien que actitud tomar con ella, no sabe qué siente ella por él, si la podrá perdonar. Se muestra distante. Quiere estar seguro que está con la mujer correcta.
--dime una cosa, tu hermana te lo cuenta todo... dime... ¿como se embarazó si era estéril?
Gabriela se sienta en la silla. Habla con desgana.
--A que viene eso...? tú sabes que yo tomaba la píldora... tú las cambiaste...
Gabriela está muy apagada pero a Augusto se le ilumina el rostro.
--eres tú.. ¡tú eres la madre de mi hija...¡
Augusto se pone en cuclillas. Acaricia la mano de la joven con ternura.
--siempre te lo dije... --le dice ella con tristeza.
A Gabriela le ha hundido que nadie creyera en ella, que su propia madre se pusiera en su contra. Augusto se muestra cariñoso. Se sienta a su lado. Sin dejarle la mano, Augusto le dice:
--ahora voy a escucharte, quiero oír tu versión...
Sin muchos detalles, Gabriela le cuenta como conoció a Paulina y a su amante y como ésta la convenció de que la suplantara, como durante días le estuvo dando lecciones para ser ella. Augusto se levanta. Ya sabe toda la verdad pero le duele:
--te acostaste conmigo como una prostituta...
Gabriela se levanta también. Le duele el reproche:
--No, porque me enamoré de ti la primera vez que te vi... Nunca había estado con un hombre...
Augusto se gira. Quisiera creer en el amor de ella pero no confía en Gabriela.
--eso no es cierto...
Gabriela le pone la mano en la mejilla:
--Lo es y si me miras a los ojos te darás cuenta que digo la verdad
Se miran emocionado. Sus labios se acercan el uno al otro. Casi se besan pero Augusto se aparta de ella bruscamente.
--¡no...¡
Sí, Gabriela es la madre de su hija. Paulina le ha mentido pero no cree en el amor de Gabriela. Gabriela le llora:
--mírame a los ojos...
La voz de Gabriela suena desgarrada. Augusto está confuso. El dolor de ella se clava en él. Se miran fijamente.
--te burlaste de mi... --dice él dolido.
--te amé...
Ella le habla desde el corazón y Augusto le responde con tristeza, con burlas:
--no sé si te pueda perdonar...
--¡no me separes de mi niña...¡ --angustiada.
--veo que eso es lo único que te importa...
Augusto se entristece al creer que Gabriela no lo ama, que se quedaría a su lado sólo por no perder a su hija. Gabriela trata de convencerla de lo contrario:
--¡¡No es eso yo...¡
Pero no lo logra. Él no la deja seguir:
--igual yo no te puedo perdonar...
Gabriela ama como madre desesperada y como mujer celosa. Tiene miedo que Augusto quiere quedarse con Paulina y eso no lo puede permitir porque sabe que Paulina no lo merece.
--¡No puedes amar a Paulina, ella no te quiere...¡
A Augusto poco le importa ya Paulina. Lo que le duele es no estar seguro de si esa joven que tiene delante lo ama como dijo que lo amaba o fingía todo el tiempo que estuvo a su lado.
--Ya lo sé... ella se fue con su amante mientras tú ocupabas su lugar... ¿sabes quien es él?
--No sé... un negrito... pero eso da igual...
Gabriela siente mucha rabia porque Paulina le ha querido quitar a su hija, es su pequeña venganza:
--¡Paulina es la amante de tu padre¡
A Augusto le molesta las acusaciones de Gabriela y no las toma en serio:
--entiendo que estés enojada con tu hermana pero no se vale que por venganza ensucies a mi padre...
--¡te digo la verdad, tu padre me acosaba, me ofrecía joyas a cambio de sexo¡
--¡basta ya... yo vine aquí para hablar con la verdad pero veo que perdí mi tiempo... eres una mentirosa...¡
Augusto no le hace caso. Está molesto y decepcionado. Va hacia la puerta. No la quiere escuchar.
--¡Augusto, tienes que escucharme¡ --desesperada.
Pero Augusto dolido con Gabriela:
--Yo te iba a ayudar igual pero así me has demostrado que eres una mentirosa... no voy a poder confiar en ti... Mi abogado se pondrá en contacto contigo...
Augusto se va dolido y Gabriela se derrumba al ver que de nuevo su amado no cree en ella.

Cuando llega a la mansión, ni su padre ni Paulina está en casa. Es algo que agradece. Eduardo está haciendo unos largos en la piscina. Cuando ve a su hermano tan triste, Eduardo sale de la piscina y se acerca a él.
--¿qué pasó? ¿no fue bien?
Augusto está dolido, herido porque cree una mentirosa a Gabriela.
--Me han quedado dos cosas claras, que la madre de mi hija es la hermana de Paulina y que la tal Gabriela es una mentirosa.
Augusto está muy alterado y Eduardo trata que su hermano se calme y le explica todo lo que ha pasado. Lleno de rabia, Augusto dice:
--¡Gabriela dice que papá la acosa... que Paulina y él fueron amantes¡ ¿¿tú crees que infamia?
Eduardo pone su mano en los hombros de su hermano:
--Yo vi cosas raras con la verdadera Paulina... No lo descarto...
Augusto se enfada con Eduardo.
--¡es nuestro padre, él no sería capaz de hacer una cosa así¡
Augusto está muy seguro de su padre pero Eduardo no.
--No cuesta nada comprobarlo...
--¿qué vas a hacer?
Augusto mira intrigado a su hermano. Éste sonríe travieso:
--ya vas a ver...

Aunque Augusto está en contra, Eduardo esconde una pequeña cámara de video en la habitación de su padre, enfocando a la cama.
--esto es una pérdida de tiempo... Aunque fueran amantes jamás se atreverían a tanto... ¡hacerlo en mis narices..¡ ¡¡No, eso no¡
Pero Eduardo no le hace caso:
--Si estoy equivocado luego te ríes de mi.

Augusto pasa el día en su oficina para no tener que estar con Paulina, en la casa se centra en sus hijos y se olvida de su esposa. Paulina va a lo suyo. A media tarde Eduardo entra en el despacho que su hermano tiene en la mansión. Tiene en sus manos la video cámara. Augusto no le da importancia.
--No hay nada... ¿no? ¡Te lo dije...¡
Sino de Paulina, Augusto está muy seguro de su padre.
--lo siento --dice Eduardo.
La videocámara ha grabado uno de los encuentros sexuales entre Paulina y su suegro, Augusto contempla la cámara con horror.

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