martes, 16 de febrero de 2010

capitulo 23


Augusto en bata. Ansioso por saber toda la verdad. Da vueltas por la habitación de su hermano. Eduardo salta de la cama, con un pequeño calzoncillos. Muy sexy. Lo escucha con cariño pese al sueño que tiene. Augusto lo tiene casi todo claro.
--Gabrielita no la reconoce como su hija además... Esta Paulina no sabe que yo le cambié las pastillas...
--suena lógico por eso todo fue distinto, por eso te enamoraste de ella porque era otra...
Augusto no puede sentir alegría:
--Ella no me amó...
Eduardo pone su mano en los hombros de su hermano
--Yo la veía feliz, buena madre, entregada a ti, a tu familia. Eso no se puede fingir ¿y si se enamoró de ti?
Su corazón se acelera pero Augusto no se quiere hacer ilusiones.
--¿y porqué me mintió? No es verdad que su madre estuviera enferma, no es verdad que Paulina no es su hermana...
Eduardo se encoje de hombros.
--No sé, supongo que sería un juego entre gemelas, que se cambiarían por un tiempo y bueno a Gabriela se le escapó de las manos cuando se quedó embarazada y eso fue culpa tuya...
Eduardo usa un tono fraternal.
--¿y ahora qué hago? Paulina no es la madre de mi hija. No puedo permitir que Gabriela siga encerrada pero es que no sé quien está mintiendo.
--Yo te aconsejo que hables con la madre, a solas sin que ni Paulina ni Gabriela puedan presionarla...
--¡sí, iré ahora mismo¡ --ansioso.
Eduardo trata de detener a su hermano.
--No seas loco, es muy tarde. ¿y si duerme?
Pero Augusto no puede esperar más. Le da un beso a su hermano. Entra en la habitación que le han dado a doña Carmela. Entra sigilosamente por si la mujer duerme. Carmela estaba mirando una foto con muchos años encima. Se sofoca al ver entrar a Augusto. Al tratar de esconderla se le cae al piso. Augusto no entiende los nervios de la mujer. Es él quien agarra la foto.
--¡damela... damela...¡ --suplica ella nerviosa.
Augusto se sorprende al reconocer al hombre de la foto.
--¿qué hace con una foto de mi tio?
Carmela no sale de su asombro.
--¿Manuel es tu tío?
--de qué lo conoce...?
Augusto está muy intrigado por ese nuevo secreto de la familia de su esposa. Carmela siente mucha vergüenza. Augusto es muy cariñoso con su suegra.
--confíe en mi... él es el padre de sus hijas...¿no?
Carmela nunca ha olvidado a Manuel pero esperaba no volver a verlo. No imaginaba que la hija que abandonó cayó en esa familia. Carmela abraza atormentada a Augusto. No piensa lo que dice.
--Yo no sabía que estaba casado... Me dejó... ¡por eso no me quedé con mis dos hijas¡ ¡no las podía mantener y tuve que abandonar a una de ellas...¡¡me quiso olvidar que tuve dos hijas pero el pasado siempre vuelve¡
Carmela no se ha dado cuenta de lo que ha dicho, Augusto sí:
--¿¿qué dice? ¿¿Gabriela no sabia que Paulina es su hermana? ¿¿porqué mintió?
Carmela está muy angustiada:
--¡es que no sé muy bien que pasó...¡ ¡No teníamos dinero y de pronto mi Gabriela me lleva a una clínica privada pero no me visita y de pronto aparece mi otra hija con reproches y me exige que diga lo que ella quiera...¡ ¡¡Es mi hija y no podía volver a fallarle...¡
Augusto siente que el corazón le va a salir de la garganta.
--¡Gabriela dijo la verdad...¡ --piensa.
Ahora sabe que Gabriela no mintió. Eso lo alegra pero es una alegría triste. Gabriela usurpó el lugar de su hermana, se acostó con él por obligación y eso le duele. Le duele no saber si ella lo amó con sinceridad. Tiene tomada de la mano de la mujer. Le reclama aunque en tono dulce:
--pero Gabriela es su hija... ¿cómo permitió que la internáramos?
Carmela no quiere hundir a Paulina, no le quiere decir que Paulina le tiene amenazado. LLora. Augusto la tranquiliza.
--bueno, yo me ocuparé de sus hijas...
Carmela le suplica a su yerno que no diga nada de lo que ha sabido esa noche ni sobre Gabriela ni lo de Manuel. Augusto se lo asegura.
--Yo veo como arreglo lo de sus hijas y sobre lo de mi tío Manuel... No se preocupe... mi tía Ana ha sufrido mucho, lo que menos quiero es hacerle daño.
Augusto besa a Carmela en la mejilla.
--descanse...
Carmela se queda foto. Mira la foto de Manuel con rencor. El saber que lo tiene cerca la pone muy nerviosa. Rompe esa foto.
--¡debí hacer esto hace mucho¡
Augusto está muy sofocado.
--¡Gabriela... Gabriela¡
Su corazón late con fuerza. Se queda mirando la cuna de su hija. Piensa en esa mujer desquiciada que ha internado. Se le escapa alguna que otra lágrima.
--Es tu mamá... es tu mamá...
Se le escapan las lágrimas.
--¿como no me di cuenta?
Le jura a la pequeña que ayudará a su mamá. Piensa en la angustia que debió sentir Gabriela cuando nadie la creía.
--¿como pude?
Se tumba en la cama. No deja de pensar en Gabriela.
--¿que sintió ella por mi?
Piensa en la primera vez que hicieron el amor.
--Se veía tan asustada pero... ¿porqué lo hizo?¿la obligó Paulina?
Le duele pensar que Gabriela se acostó con él como se hubiera podido acostar con otro.
--¿qué clase de mujerzuela es?
Le atormenta pensar que estaba fingiendo, que su amor era mentira, que su cariño por sus hijos era mentira.
--yo la obligué a tener un hijo con un desconocido... ¡debió odiarme¡
Augusto cree que todo el amor que creyó que le demostraba Gabriela era por el bien del hijo que esperaban, un hijo que él la obligó a gestar. No le deja de dar vueltas a lo que vivió con Gabriela, a tratar de analizar los sentimientos de ella, el porque hizo ella lo que hizo. Oye que Paulina regresa a la casa. No le importa donde ha ido. No tiene ganas de enfrentarla así que se hace el dormido.


Al día siguiente, Augusto irrumpe en el dormitorio de su hermano que está en la ducha.
--¿te molesto?¿podemos hablar?
Eduardo le sonríe mientras cubre su cuerpo de jabón. Pasa su mano por su torso, sus piernas.
--sí, claro, ¿que pasó?
--doña Carmela mintió, abandonó a Paulina siendo un bebé. Gabriela no podía sabía que eran hermanas y sí estuvo enferma...
--bueno, entonces ya sabes que a quien amas es a Gabriela... Te puedes deshacer de Paulina...
Y él lo tiene claro. Ama a Gabriela pero:
--¿me amará ella?
Eduardo se acerca al borde de la bañera. Habla a su hermano con mucho cariño:
--tienes que hablar con ella. Sea como sea es la madre de tu hija, no puede estar ni encerrada ni separada de ella.
--si pero fue un delito lo que hizo yo...
Eduardo le tira agua para que se calle.
--Esa mujer te amó, se lo notó en los ojos... te dio una hija, te hizo feliz... No importa nada más...
Augusto abraza a su hermano. Luego se queja que se ha quedado todo mojado y lleno de jabón pero no tiene espera. Tiene que hablar con Gabriela, tienen mucho que aclarar.

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